viernes, 23 de diciembre de 2022

¿Se puede crecer sin ir a la escuela?




Un año ha durado esta reflexión viajando en una libreta, un año en que las ideas estaban, las palabras hablaban pero el tiempo no alcanzó para plasmarlas por que la vida es eso que pasa mientras hacemos planes. Así que aquí un año después sigo pensando qué y cómo responder a aquellos que me preguntan si realmente ¿Se puede vivir sin ir a la escuela? 

Y es que los fines de año traen consigno la terminación del año escolar: graduaciones, boletines, buenas notas (o no),  años ganados, pero también debería traer la reflexión en torno a ¿Cómo estamos acompañando a los niños, niñas y adolescentes de nuestras vidas? ¿Conocemos realmente cuáles son sus necesidades genuinas?. La educación va más allá de repetir una información en un papel, de sacar 5 o izar bandera. 

Si partimos del hecho  de que el objetivo de la educación y la crianza debería ser acompañar con confianza y amor a esos seres humanos en formación, reconociendo sus necesidades, sus periodos sensibles y así mismo co-creando el ambiente preparado físico (diseño del espacio, materiales de aprendizaje) y psíquico ( paz, presencia, respeto) propicio para que crezcan; el aprendizaje y la educación se pueden dar en cualquier momento y en cualquier lugar siempre que hayan el ambiente adecuado.

La escuela como institución social es solo una opción dentro del mar de posibilidades que existen para acompañar el proceso de vida de los niños y niñas; Esta decisión de vida no es una decisión en contra de algo como lo manifiesta André Stern en su libro "Yo nunca fui a la escuela" es más bien una decisión a favor de la infancia, sus tiempos y procesos; es una decisión que se reafirma diariamente al ver como la vida surge firme con cada experiencia vivida, porque los niños, niñas y adolescentes merecen un lugar en esta sociedad, merecen ser vistos no para ser controlados, reprimidos y homogenizados; sino un lugar seguro donde crecer y aprender a ser ellos mismos. 

Pero no nos engañemos, no ha sido un camino perfecto ni fácil ¿Pero qué lo es en esta vida?, para poder acompañar a Mateo y Benjamín todos hemos tenidos que de-construir muchos paradigmas que teníamos anquilosados en lo profundo del alma, re-encontrarnos con nosotros mismos, frustrarnos, equivocarnos y buscar soluciones, muchas soluciones, pero siempre con la vista puesta en nuestro horizonte. 

En resumen y para dar respuesta a la pregunta que encabeza este escrito, si se puede crecer sin ir a la escuela, de hecho hoy en día cada vez hay más familias tomando esta opción de vida; un adolescente de 12 años y un niño de 4 años que nunca han ido a la escuela están creciendo y aprendiendo en cada experiencia y situación que les presenta la vida. Y aunque suene muy idílico es verdad que los seres humanos SIEMPRE estamos aprendiendo, eso lo he visto muy claro con ellos y en la mayoría de ocasiones mi rol solo es el de encender esa llama de la curiosidad y el asombro y ellos ya hacen lo demás, porque un niño o niña que está conectado con esa sed por aprender, nunca lo dejará de hacer.

Ya son 9 años en este caminar y puedo decir que aunque hay retos, cada vez se vuelve más fácil, más fluido y tan natural como respirar porque no se trata de llenar el día de miles de actividades, imprimibles e información, así como tampoco se trata de dejarlos abandonados en el caos que puede ser a veces la libertad. Por eso a continuación compartimos algunos de los aprendizajes más valiosos para acompañar a Mateo y Benjamín, y a todos los niños y niñas que nos rodean: 

  • La mano es la herramienta de la inteligencia (María Montessori): Cuando los seres humanos pasamos a la bipedestación nuestra manos quedaron libres lo cual nos llevó a desarrollar múltiples objetos, herramientas, expresiones artísticas cambiando por completo nuestro cerebro e incluso nuestra historia como especie. Así que el uso de las manos para un fin concreto (cocinar, tejer, pintar, construir, esculpir, entre otras muchas actividades) permiten no solos una mayor destreza motriz sino también el desarrollo del cerebro. 
  • El movimiento es fundamental para el aprendizaje: Lo único inerte en la naturaleza es lo que está muerto, así que los niños y niñas necesitan moverse, subir, trepar, escalar, tocar, sentir, solo de esa manera se relacionan con el mundo y aprender a estar en él. El reto de los adultos que los acompañamos es conducir el movimiento desordenado en un movimiento armónico y con propósito. 
  • El error siempre será una oportunidad para aprender: No nos preocupa no equivocarnos ni ser perfectos, porque aprendimos a reconocer la oportunidad que hay detrás de cada fallo, en lugar de buscar culpables buscamos soluciones, lo cual siempre al final nos permite aprender mucho más. 
  • Es imposible separar el corazón de la mente: Humberto Maturana dice que somos seres sentipensantes, por tanto para que se produzca un aprendizaje real está implicada la emoción. 
  • Para poder obedecer un mandato externo, los niños y niñas deben haber tenido primero la oportunidad de escucharse y obedecerse a sí mismo, sus ritmos y necesidades. Y solo así llegará al punto de obedecer  feliz y de  manera voluntaria una norma externa.
  • Los niños y niñas necesitan adultos PRESENTES, no perfectos: si algo he aprendido como adulta que acompaña en estos años es que en medio de la montaña de tareas por hacer, actividades y los sucesos imprevistos, la presencia siempre será la clave, y cuando hablo de presencia no me refiero a estar juntos en un espacio físico, sino a estar aquí y ahora por ti y para tí. Muchas ideas y aprendizajes que hemos tenido en estos años se han dado mientras caminamos por la naturaleza, conversamos en la mañana o compartimos una lectura en voz alta.
  • Priorizo conexión a información, ya no me preocupa que tengan almacenada un montón de información o respondan un montón de preguntas, me interesa que nos preguntemos, dudemos y soñemos. Pero sobre todo que fortalezcamos nuestro vínculo, construir sus alas para que vuelen a la vez que tejemos una raíces fuertes por si la vida se presenta turbulenta y necesitan un lugar seguro donde volver. 
Porque crecer sin ir a la escuela no es solo una opción académica, es nuestra decisión de vida.... donde aprender era algo tan maravilloso como jugar a estar vivos.