viernes, 26 de junio de 2020

Domesticados o empoderados



Para Claudio Naranjo los niños y niñas nacen libres pero al crecer son domesticados por el miedo, esta afirmación podría parecer un tanto radical, sin embargo tiene un trasfondo 100% real que se puede apreciar día a día en la forma como muchas familias, centros educativos y sociedad en general se relaciona con la infancia; a corto plazo muchas personas podrán argumentar que son medidas que sirven para cambiar algún comportamiento que consideran "inadecuado", pero a largo plazo el producto de esto es una masa de personas dependientes de los llamados condicionamientos. 

Desde mi punto de vista, el comportamiento de muchos en esta pandemia deja en evidencia los vacíos de una educación (crianza-escuela) basados en el miedo y el condicionamiento (premios y castigos), el cual en lugar de contribuir a construir seres solidarios que cooperen con la sociedad y quieran contribuir a un bienestar social, crean individuos que no ven más allá de sus sentires y que actúan en últimas por evitar una sanción (grito, castigo, multa) u obtener un beneficio (premio, halago). Evidentemente todas las personas no actúan así (gracias a Dios) pero en estos meses de aprender a vivir con la incertibumbre, se puso en evidencia que una gran mayoría de manera inconsciente están sumergidos en esa espiral de control sin consciencia y sin duda alguno producto de infancias cargadas de episodios donde el control y el miedo estuvieron presentes. 

En el libro los diálogos de Platón un hombre se le acerca y le pregunta que si una persona justa se podía hacer invisible y podría robar, hacer lo que quisiera e incluso matar seguiría siendo justa? ante esto Platón contesta que en ese caso no sería un hombre justo, porque nuestra bondad o justicia no debe depender de la validación externa. Hoy me animé a escribir estas palabras puede llegó  a mis manos un video de la iniciativa del gobierno nacional acerca de unas caritas felices y tristes según el comportamiento de las personas en el aislamiento preventivo, más allá de la burla y los memes, esta propuesta confirma esta hipótesis y demuestra que a distintos niveles el conductismo sigue anquilosado en la mente y el corazón de las personas como una herramienta valida para conseguir individuos obedientes. 

Y la obediencia es otra arista de esta reflexión, pues los mecanismos conductistas lo que buscan es un control de la mente y el cuerpo para que la persona haga lo que se le ordene, desconectandolo muchas veces de sus necesidades e ideas por ello las personas necesitan de esos condicionamientos para cambiar su comportamiento, en caso de que éstos no existan actuarán de otra manera... en este punto muchos se preguntarán entonces ¿Qué se debe hacer? ¿Llegar al extremo de la anarquía? ¿Libertinaje? ¿Cómo conseguir que los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos en general cooperemos y actuemos en pro de un beneficio social?. 

Pues buen, todo parte desde la infancia, los niños y niñas tienen la necesidad de contribuir, de sentir que sus acciones pueden ayudar al bienestar colectivo, según Adler de desarrollar un sentimiento de responsabilidad social, sin embargo las experiencias que muchos de nosotros vivimos en la infancia nos han llevado a configurar nuestro comportamiento en dos direcciones: dependiendo de la validación externa (refuerzo positivo) o huyendo del castigo (grito, chantaje, golpe) por eso al llegar a la edad adulta nos resulta tan difícil actuar de manera responsable, siendo conscientes de nuestras decisiones, acciones y sus posibles consecuencias. 

La alternativa sería entonces inicialmente que los adultos de referencia que acompañamos la infancia seamos conscientes primero de esta necesidad espiritual de la infancia, de ese impulso vital que los lleva a buscar su sentido de pertenencia y contribución, para de este modo generar experiencias de vida que logran desarrollar su sentimiento de responsabilidad social.  Empoderar a los niños y niñas y las familias, escuelas para a partir del respeto y la cooperación mutua puedan darse cuenta que sus acciones y decisiones tienen unas consecuencias no solo en su vida sino también en su comunidad. 

Aunque parezca utópico, es algo totalmente realizable, pero requiere de constancia, perseverancia y de una actitud de respeto hacia esas personas que se están formando, cada situación que experimentamos en nuestro día a día es una oportunidad para desarrollar estos dos sentimientos, desde la psicología individual y la disciplina positiva se proponen diversas herramientas que nos permiten ayudar el desarrollo de estas habilidades, dar opciones en lugar de órdenes, construir de manera conjunta acuerdos para convivir en paz, asignarle misiones a los niños que los haga sentir capaces, entre otras muchas más. 

Rueda en casa, basado en una idea de Yvonne laborda

Cabe resaltar que más allá de aplicar un montón de técnicas o actividades, se requiere un  cambio de paradigma para relacionarnos con la infancia y todas las personas, aunque parezca complejo vale la pena pues más que actuar para lo inmediato, estamos ayudando a construir el cerebro y a aprehender habilidades para la vida que los acompañarán siempre.

¿Queremos personas que actúen guiados por un estímulo externo de opresión o recompensa o sujetos que sean conscientes que sus acciones pueden contribuir a los demás? 

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